Medellín, el derecho a la ciudad
por Zaida Muxí, Josep Maria MontanerUrbanismo. La última entrega de esta serie analiza cómo se han dignificado los barrios marginales de la ciudad colombiana gracias al impulso social, la apuesta por lo público y las nuevas construcciones.
El caso de Medellín es el de las ganas y trabajo de muchos de sus grupos sociales para superar los factores que obstaculizan su derecho a ser una ciudad pacífica y vivible: las dificultades de la topografía y el clima, las diferencias sociales y la violencia que el narcotráfico había instaurado.
En los últimos años, especialmente durante la época de la administración del alcalde Sergio Fajardo, se ha iniciado este cambio. Seguramente el proceso había empezado antes, con la apuesta por un transporte público potente como el metro, que en realidad es un tren elevado, un poco sobredimensionado y agresivo en su paso a través del centro histórico. Esta red se amplió en la legislatura anterior a Fajardo con el imaginativo invento del proyecto del Metrocable, un sistema de teleférico con cabinas para ocho pasajeros que pasan continuamente para salvar distancias y alturas de acceso a los barrios pobres situados en lomas de abruptas pendientes, que ha sido ampliada en el período de Fajardo y que se proyecta que llegue a más barriadas.
Una infraestructura hecha con tecnología de la empresa francesa Pomagalski, que aporta una solución para contextos urbanos o rurales congestionados, densos y de grandes desniveles. El paso de la infraestructura ha sido aprovechado para crear espacios públicos y mejorar la accesibilidad a pie: calles con aceras, rampas y escaleras para salvar desniveles. Los nuevos parques y plazas, como el parque de la Presidenta; las avenidas y espacios aterrazados, como los generados por la misma estructura del Metrocable, y los nuevos edificios públicos, todo ello ha provocado un cambio en la accesibilidad y el equipamiento público que ha hecho más visibles y habitables los barrios marginales que se extienden por las laderas de Medellín, de norte a sur. Dentro de estas intervenciones destaca una serie de nuevas bibliotecas planeadas siguiendo el ejemplo de Bogotá.
Como la del barrio de Belén, financiada por el gobierno japonés, proyectada por el arquitecto Hiroshi Naito e inaugurada en marzo del 2008. El conjunto intenta ser una síntesis de arquitectura tradicional en Japón y Colombia, recurriendo a la morfología de la casa de patio: se organiza en pabellones de cubiertas inclinadas en torno a un gran estanque de agua.
El equipamiento más famoso
Entre estos equipamientos, el más famoso y polémico, primer premio de la VI Bienal Iberoamericana de Arquitectura, es el Parque Biblioteca España, denominada así por la contribución española en ordenadores y por haber sido inaugurada en marzo de 2007 por los Reyes de España, en el barrio de Santo Domingo. Se trata de una obra de Giancarlo Mazzanti, un arquitecto con gran capacidad creativa, experto en el diseño de espacios públicos y autor de un nuevo sistema de escuelas para Bogotá, formado por módulos articulados que van creando recorridos y espacios libres, hacia dentro y hacia fuera. Mazzanti generalmente proyecta a base de la combinación de diversos prismas. Para esta ocasión optó por tres volúmenes minerales, situados dramáticamente en la ladera, que se inspiran en obras de Rem Koolhaas, como el precioso volumen de la Casa de la Música de Oporto, o de David Chipperfield, como el proyecto de tres volúmenes para el Centro Multimedia de la Universidad de Hong Kong.
En Medellín, cada uno de los tres volúmenes tiene un uso: el central es la biblioteca, con varios niveles; en un lateral está el centro de encuentros y actividades; y en el otro el auditorio. Aunque la obra haya sido construida con escaso tiempo, la idea del proyecto es sumamente valiosa y, lo que es más importante, hoy es un signo de satisfacción y orgullo para sus habitantes, que se sienten incorporados a los equipamientos de la ciudad.
En este sentido, los premios recibidos por esta biblioteca, que han contribuido a que esté publicada en todo el mundo, más allá de ciertos defectos de construcción, son muy importantes para hacer visible un proyecto de ciudad que ha enriquecido la vida de los sectores más vulnerables. No sólo es importante que se haya hecho, sino que también lo es que todo el mundo se entere de que existe y de que es para un barrio pobre, y así dejar de ser un lugar estigmatizado por la precariedad y la violencia.
El conjunto ecológico del Jardín Botánico, junto al parque Explora proyectado por Alejandro Echeverri, ha sido la ocasión para que diversos equipos de arquitectos jóvenes puedan experimentar con arquitecturas ligeras. El Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe es un pulmón verde vecino al barrio auto construido de Moravia, que hasta esta reforma era un espacio de actividades privadas y de pago, para el que el gobierno de la ciudad proyectó y gestionó su reconversión en un espacio de uso y acceso público. Para ello se derribó el antiguo muro ciego que lo separaba de la ciudad, y se construyó un nuevo límite transparente y retirado de la calle. Con la modificación del límite se ganó un espacio público perimetral de gran calidad utilizable para el paseo y la estancia. Entre las nuevas arquitecturas encontramos el Orquideorama, de Plan B (Juan Miguel y Juan Felipe Mesa) y JPCR (J. Paul y Camilo Restrepo); el acceso cilíndrico, con el bar y la tienda, de Ana Elvira Vélez y Lorenzo Castro; y una recientemente inaugurada magnífica pieza, una especie de obra de land art, que es el auditorio al aire libre, del joven arquitecto Emerson Marín, en el que los aseos están semihundidos y el fondo del escenario está formado por paneles que soportan y alimentan plantas y flores, de manera que el edificio se integra en el lugar, se diluye en su ambiente.
Movimientos sociales
Por último, se inauguró el pasado marzo una obra póstuma del gran arquitecto colombiano moderno: Rogelio Salmona. Se trata del Centro de Desarrollo Cultural de Moravia. El barrio de Moravia es un conjunto de barrios auto construidos, foco de movimientos sociales reivindicativos, con una gran variedad de vida urbana, comercial, laboral y asociativa, en fase inicial de un proceso de mejora, que tiene ya este magnífico edificio cultural para el barrio, siempre lleno de niños jugando, utilizando los ordenadores o aprendiendo música.
Terminado por la arquitecta María Elvira Madriñán, su socia y esposa, quien se ha hecho cargo del estudio del arquitecto Salmona, y con la dirección de obra de Marco Aurelio Montes, el centro cultural, realizado con ladrillo y hormigón, se basa en volúmenes puros, rampas y terrazas, todo ello organizado en torno a un patio de encuentro. El edificio se ha convertido en la mejor puerta para un barrio que espera que se cumplan las promesas de mejorarlo sin expulsar a sus habitantes de pocos recursos, que ahora viven en una zona estratégica de Medellín, junto al antiguo eje ferroviario de salida de la ciudad y en lo que fue el viejo vertedero de basuras que nutrió de chatarra y trabajo a las primeras generaciones de Moravia.
A algunas personas, habitantes de las capitales del mundo, lo que se ha hecho en Medellín les parecerá poco.
Sin embargo, no es nada despreciable que toda una ciudad se coordine para empezar a superar sus problemas y reclamar el derecho a la ciudad para todos, de infraestructuras, transporte, espacios públicos, edificios de equipamientos y vivienda digna.
Un inicio que es mucho y que es trascendental.
Sin embargo, no es nada despreciable que toda una ciudad se coordine para empezar a superar sus problemas y reclamar el derecho a la ciudad para todos, de infraestructuras, transporte, espacios públicos, edificios de equipamientos y vivienda digna.
Un inicio que es mucho y que es trascendental.
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